21 de noviembre de 2012

Aix y la depedida francesa


Fueron solo 10 minutos por autopista y nos reciben unos arboles bastante grandes, todos al costado de la calle, luz, amplitud y una sensación tanto mas agradable que Marsella, que es imposible de imaginar estando tan cerca.
Una fuente enorme, una rotonda.



Dos preguntas antes de dar con un estacionamiento y un hotel.
Un baño, una caminata, y una comida increíble  de las pocas veces que comi carne roja en el viaje, esta se lleva el premio. Quizá es por que no podía ni respirar del hambre que tenia, venia intentando masticar el aire... Cordero al malbec con mil hojas de papas... Siempre el vino presente y una sonrisa en el aire.
Un par de vueltas por las calles de adoquines, desiertas y oscuras. Por lo pronto no hay mucho para recorrer, o por lo menos cerca.



Un desayuno bastante aburrido, unas zapatillas. La mañana la dedicamos a encontrar monedas y lavar ropa.
Las nubes se acercan de a poco, oscuras, intimidantes.

Un café, un encuentro y un paraguas que parece aguantar todo.
Un diluvio, corridas, autos, baldes de agua. Toldos que no resisten. Pies empapados, puchos mojados.
Un paseo en auto, gotas que interrumpen.



Rayos que asustan y paisajes húmedos  Increíblemente en esta zona no llueve mas de una vez por mes, por eso el vino mas famoso del lugar es vino rosado, seco. Que si se sirve bien frío puede ser un néctar delicioso, (asi me dijeron).
Castillos y caminos. Un bosque para cazar patos. Calles de piedra, pueblos viejisimos.
Aix tiene de todo, lluvia también.



Una pasada por el hotel, un baños y ropa seca por suerte. Esta vez si tenemos suerte y encontramos los lugares que valen la pena.
La tarde se llevo las nubes y dejo un poco de viento. Música callejera, bandas en rincones. Por suerte no hay tantos viejos, o por lo menos no los vemos. Unas pastas que son indescriptibles al lado de una fuentes en una plaza perdida. Todo sigue siendo de piedra y adoquines.
Con Aix, siento que nos quedamos cortos, hay mucho para ver, mucho para conocer.
Otra noche de hotel y melancolía por las ultimas paradas antes de volver a Buenos Aires.



11 de noviembre de 2012

Niza, cerca del fin..


De a poco nos fuimos metiendo entre sierras, y la ruta se empezaba a obscurecer  dando vueltas y vueltas por arriba de los pueblos y ciudades que son imposible de recordar.
Pasamos Genova justo cuando se ponia el sol, de vuelta en Francia, es notable la diferencia.
Dejamos Mónaco entre los túneles y las curvas, con estrellas reflejadas en el mar.
Volvimos a encontrar los benditos peajes franceses, pero por suerte esta vez,  un poco mas baratos.
Una costa, un puerto, una rambla, luces y movimientos. Una peatonal, jóvenes por todos lados.
Unas cuantas horas perdidas buscando un hotel hasta que finalmente dimos con uno.



 Un paseo nocturno, unas pizzas, increíblemente mas ricas que las de Italia.
Un par de palabras, un baño y finalmente a descansar después de los kilómetros recorridos.
Niza ya tiene olor a despedida, olor a fin.


Un sol gigante nos despierta y nos da pilas. Monedas para el estacionamiento, un desayuno y directo a las bicicletas.

Playa, piedras y un mar sin olas pero de un turquesa importante.
Fotos y turistas por todos los rincones... llegando al puerto es imposible mantener la boca cerrada. El tamaño, el lujo y el precio de los barcos son inimaginables. Un puerto de millones y millones de dolares, todos flotando en aguas tranquilas, con 300 peces por cm3.


Barrancas, barcitos y calles enteras tomando temperatura por el sol.
Un poco de relax con una vista general. Nadadores, rocas y gente en silencio. Boyas, peces y cruceros que aparecen a lo lejos.
Un poco de viento, un mar azul que invita a meterte.
Pedalear por la rambla es demasiado fácil  la vereda es ancha, muy ancha, porque las playas son de piedra, y la gente no camina por ahi. Bici-sendas para todos lados.


Un almuerzo barato y sano mirando el mar, viendo como las nubes empiezan a aparecer.
Una ultima caminata con olor a sal, un cuarto de hora jugando con un cachorro en una veterinaria, una despedida y partimos para marsella.
El camino no puede ser mas lindo, castillos, casas, colores y paisajes que se oscurecen.
Unas gotas llegan con nosotros a Marsella. Un golpe, una sorpresa.



Me han dicho que Marsella no es lindo, bueno, se quedaron cortos. Es sucio, desordenado, feo y de alguna forma peligroso. Quizá de noche no se distinguen los lugares lindos, pero dudo que haya...
Trafico, puerto, bocinas, adoquines, calles angostas, semáforos  gente viviendo abajo de los puentes. Olores, ruidos y una sensación de claustrofobia bastante importante. Ni para sacar fotos inspiraba..

En Marsella duramos dos horas, por suerte por que no sabíamos lo que nos esperaba.
Salimos lo mas rápido posible y nos mandamos para Aix en Provence.

Solo y de noche.

Etiquetas