De a poco nos fuimos metiendo entre sierras, y la ruta se empezaba a obscurecer dando vueltas y vueltas por arriba de los pueblos y ciudades que son imposible de recordar.
Pasamos Genova justo cuando se ponia el sol, de vuelta en Francia, es notable la diferencia.
Dejamos Mónaco entre los túneles y las curvas, con estrellas reflejadas en el mar.
Volvimos a encontrar los benditos peajes franceses, pero por suerte esta vez, un poco mas baratos.
Una costa, un puerto, una rambla, luces y movimientos. Una peatonal, jóvenes por todos lados.
Unas cuantas horas perdidas buscando un hotel hasta que finalmente dimos con uno.
Un paseo nocturno, unas pizzas, increíblemente mas ricas que las de Italia.
Un par de palabras, un baño y finalmente a descansar después de los kilómetros recorridos.
Niza ya tiene olor a despedida, olor a fin.
Un sol gigante nos despierta y nos da pilas. Monedas para el estacionamiento, un desayuno y directo a las bicicletas.
Playa, piedras y un mar sin olas pero de un turquesa importante.
Fotos y turistas por todos los rincones... llegando al puerto es imposible mantener la boca cerrada. El tamaño, el lujo y el precio de los barcos son inimaginables. Un puerto de millones y millones de dolares, todos flotando en aguas tranquilas, con 300 peces por cm3.
Barrancas, barcitos y calles enteras tomando temperatura por el sol.
Un poco de relax con una vista general. Nadadores, rocas y gente en silencio. Boyas, peces y cruceros que aparecen a lo lejos.
Un poco de viento, un mar azul que invita a meterte.
Pedalear por la rambla es demasiado fácil la vereda es ancha, muy ancha, porque las playas son de piedra, y la gente no camina por ahi. Bici-sendas para todos lados.
Un almuerzo barato y sano mirando el mar, viendo como las nubes empiezan a aparecer.
Una ultima caminata con olor a sal, un cuarto de hora jugando con un cachorro en una veterinaria, una despedida y partimos para marsella.
El camino no puede ser mas lindo, castillos, casas, colores y paisajes que se oscurecen.
Unas gotas llegan con nosotros a Marsella. Un golpe, una sorpresa.
Me han dicho que Marsella no es lindo, bueno, se quedaron cortos. Es sucio, desordenado, feo y de alguna forma peligroso. Quizá de noche no se distinguen los lugares lindos, pero dudo que haya...
Trafico, puerto, bocinas, adoquines, calles angostas, semáforos gente viviendo abajo de los puentes. Olores, ruidos y una sensación de claustrofobia bastante importante. Ni para sacar fotos inspiraba..
En Marsella duramos dos horas, por suerte por que no sabíamos lo que nos esperaba.
Salimos lo mas rápido posible y nos mandamos para Aix en Provence.
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