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28 de julio de 2017

Amores Toxicos.

Se llamaba Nebulosa, y vivía perdiéndose en el mar.
Mostraba sus pétalos blancos con orgullo, y se fundía con las nubes del horizonte todas las mañanas.
No tenía aspiraciones, ni objetivos. Se dedicaba a llevar y traer a los amantes del océano, y se guardaba sus historias y aventuras plasmadas en la memoria. Ya estaba viviendo su sueño. Era simple, era feliz.

Ni en temporada alta se cansaba, nunca necesitaba de nadie ni de nada.
A cambio de sus servicios solo pedía un rato de silencio y de ojos cerrados.
No se si habra sido por su inocencia o por qué, pero  nunca hubiese podido anticipar lo que le esperaba.

Saliendo de Esauira, entre puertos y bahías, llamó sin intención, la atención de Al Hasan.
Él diría más tarde, que fue amor a primera vista. Pero todos sabemos que no es amor si no es mutuo.
Nebulosa ya tenía un amante y su conexión era inigualable. El mar.
A veces no queda otra que aceptarlo, el amor no es suficiente. La obsesión de Al Hasan pudo más que las fuerzas que unían a Nebulosa al Mar, y en tan solo una tarde, la barca estaba encadenada al puerto, preparándose para el que sería su último viaje.

Un tiempo después, Nebulosa se alejó de Marruecos con un gusto amargo en su caso y con Al Hasan al mando. El Mar se sentía incómodo.
La tormenta en el mar era parte de una melodía, era un último juego sexual entre estos dos amantes que ignoraban su destino.

Pasaron dos noches, de silencio tenso, y en el tercer día, en un puerto desconocido, los amantes se separaron, sin entender lo que pasaba.
Del agua a la tierra, y de la tierra a un acoplado con ruedas.
Nebulosa viajaba desesperada por las rutas de Gibraltar, con el corazón hecho pedazos.
La condena se hacía eterna, los kilómetros se estiraban con cada puesta de sol.

Finalmente, el Monstruo. Al Hasan llevó a nebulosa a su destino final.
El hotel tenía quince jardines a su alrededor, todos perfectamente alineados. No había rastros de agua, ni un arroyo, ni un río, ni un poco de olor a humedad en el viento.

Un barco en el desierto, entre jardines de plastico. Nebulosa perdía la inocencia a medida que pasaban los días.
El viento se transformó en el último aliado de esta pareja traicionada. Era el unico que podia llevar al menos un mensaje hasta el mar y traer otro de vuelta. Sin embargo ya era tarde,

Antes de que salga el sol y a la fuerza, la barca hacia su check-in.
Nebulosa se transformaba en un decorado, flotando en una pileta interna, cubierta de cristales, aislada del viento, del sol y de toda forma de comunicación con el mar.
Ya no sentía la sal y no había un solo rastro de su amante.

Y los días pasaron, y la soledad se fusionó con la tristeza, y juntos arrastraron a Nebulosa al olvido.
No hubo despedidas, y el tiempo solo hizo endurecer las distancias.

Al Hasan se enamoró de Nebulosa, y la arrancó de los brazos del Mar, para dejarla morir bajo su techo, flotando en un charco de sesenta centímetros de profundidad, convirtiéndose en un cadáver de exposición.

Amores tóxicos.




8 de julio de 2016

Olores y Colores.

Cuando los barcos descansan, cuando sus dueños los abandonan, cuando el país los deja de lado.
Como murió la industria pesquera argentina?
No puedo decir que me pone mal del todo, claramente no esta bueno quedarse sin trabajo, pero que dejen de matar animales me parece algo positivo.
Invierno en Mar del Plata, nostalgia en días nublados.
Olores y colores.





Solo y de noche.

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