A tan solo 200 km de Roma "la loca"; entre curvas, montañas y vistas misteriosas (porque llegamos de noche) esta Positano.
Si me quejaba de las escaleras, bueno, me meto las quejas en el bolsillo.
Obviamente, el hotel que estaba reservado para dos días después, no tenia lugar. Terminamos en un departamento casi por el mismo precio, con terraza y vista al mar, con uvas y peces en el jardín Los dueños... una pareja que habla un italiano muy cerrado, que no entienden mi español pero que están chochos de tener huéspedes.
Desde la terraza mientras me fumo un pucho, trato de descifrar como hacer para llegar hasta el centro para comer. Solo se ven luces, pero ninguna calle ni ningún auto. Hoy a la noche tiene lugar, pero solo hasta las 9 de la mañana.
Rally para encontrar una cocina abierta a las 10 de la noche. Es irónico Los italianos son tan desorganizados para tantas cosas y justo para cerrar la cocina son tan rígidos y ordenados...
Terminamos comiendo un sándwich en la mesa de un bar que había cerrado, con la playa a un metro y el silencio de la noche a 3 cm. No faltan los barcos que se mueven muy poquito, no hay olas como las que conozco, es solo un sonidito lejano, de agua chocando con piedritas.
Ahora si, con esto si estamos en sintonía Por lo menos hasta que me toque subir todas las escaleras que bajamos. Con sweater en la mano por las dudas. Bajando escalón por escalón, llega un punto que las rodillas tiemblan... quizá también por el hambre, pero si la bajada me hizo transpirar no quiero ni pensar en la subida.
Después de unas cervezas, la subida se hizo rápida pero los pulmones no daban mas, y el calor era tremendo por en entre las escaleras (calles) no corre una gota de viento. Un pucho en la terraza y a esperar la mañana.
Efectivamente, pintoresco, y escalonado. Todo esta amontonado, todo tiene terraza y todo tiene vista al mar.Barcos, lanchas, playa de piedra, restorancitos, escaleras, caminitos, mas escaleras. Colores, olores y subir y bajar durante todo el dia. Un poco de playa y un almuerzo medio chanta. Fotos y mas escaleras.
Quiza no fue la forma mas barata pero no importa. Capri nos recibe después de una hora y media de lancha, reprochándome la cantidad de tiempo que pasó desde la ultima vez que navegué. Es increíble lo que extraño navegar.
Capri... un puerto grande para ser una Isla. Mas que una isla es un centro de turismo en medio del mar. Todo esta preparado para el turista, desde que llega hasta que se va. No hay nada que no hayan pensado.
Básicamente si seguís la corriente, haces todo lo que te dicen. Taxi compartido hasta Anacapri. Calles imposibles, curvas a velocidades incoherentes. Limón, limón limón y limón. Todo tiene algo de limón.
Todo es pintoresco. Un casamiento, un paseo, un café y una limonada.
Desde Anacapri no se ve mucho la playa. (es básicamente arriba de una montaña). Pero si subís a la cima, por el funicular te podes dar una sorpresa. Tarda unos 15 minutos y la ultima subida empinada es increíble La altura, el viento, el color... Paisajes distintos de una misma isla.
Un almuerzo en las alturas y entre fotos y puchitos, se acaba el tiempo.
Recorrida por toda la isla desde el barco, obviamente, todo armado para que compres, compres, compres y compres... Lamentablemente ya desistí, odio ser turista y que me traten como tal.
Fui el ultimo en subir al barco cuando nos dieron la orden de Nadar. Un mar increíble con colores increíbles sin olas pero todo lo demás Me hubiera quedado hasta que se ponga el sol... pero había que seguir.
Unas cervezas mirando unas piedras enormes que rodean la isla, unas cuantas grutas y un poco de pesca frustrada. Sol, siesta y un día intenso que se termina.
La ultima comida en Positano no fue gran cosa, nos despedimos con el cuerpo agotado pero sin poder cerrar los ojos por lo lindo de la noche.
Un barco, unas cuantas estrellas y una guitarra de fondo...
Un desayuno intenso después de la noche en el hotel, una gata gorda y perezosa y unos cuantos kilómetros hasta Cinqueterre.
Que envidia Joa!!!! Increibles fotos!!!! Cande
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